EL MAÑANA NO ESTÁ A LA VISTA - Capítulo 5

Dicen que París es la ciudad del amor, pues yo estaba en París y veríamos si acaso averiguaba a que se debía la fama de la ciudad. El viaje había sido peor de lo que me imaginé: mareos, vértigo y cualquier turbulencia me sobresaltaba; y definitivamente nunca ame tanto tener los pies bien puestos sobre la tierra.

                Como Bill había prometido, una camioneta negra nos esperaba al salir del aeropuerto. Nos acercamos lentamente pues aun dudábamos que aquello fuera real. El hombre que estaba al volante bajo para ayudarnos con las maletas, y nos hizo un gesto de que subiéramos y ¡Oh, sorpresa! Bill y Tom estaban a bordo.

-          ¡Hola chicas! – dijo Bill y sonreía al vernos.

-          Nos alegra mucho que hayan venido, ya las extrañábamos – dijo Tom, pero su tono mas bien nos sonó a sarcasmo.

-          ¡Por favor! – exclamó Ale y era evidente su disgusto con Tom.

-          ¿Y que tal el viaje? – Bill trató de relajar la situación.

-          Bien, todo bien… - no quise decir lo mal que la había pasado, pues me daba vergüenza - ¿Y ustedes cuándo llegaron?

-          Hace unas horas también – me contestó Tom – de hecho sólo vamos a dejarlas al hotel y nos vamos, porque tenemos que dar un par de entrevistas.

-          Sí, pero las vemos en la noche para cenar juntos – dijo Bill con entusiasmo.

Llegamos al hotel, nos mostraron nuestras habitaciones y  casi de inmediato se despidieron.

-          Nos vemos en un rato, espero de verdad que no se aburran – dijo Bill, y me dio un tierno beso en la mejilla que hizo palpitar mi corazón.

-          ¡Me extrañan mucho! – dijo Tom – Vamos Bill, que Moritz y Gustav nos esperan.

-          Sí, bueno, cuídense. – dijo Bill y ambos se fueron. La mirada que Ale le dedicaba a Tom no podía ser más amenazadora.

-          ¡Vamos Ale, cálmate!

-          No puedo, de verdad. No puedo. Creí que verlo de nuevo no me iba a afectar…

-          Ya vamos a descansar un poco ¿te parece? – le di una abrazó – sólo es un fin de semana, en vez de amargarte disfrútalo ¡estás en París!

Lo que quedaba de la tarde la pasamos platicando de ellos, era inevitable. Cuando comenzó a oscurecer empezamos a arreglarnos por su promesa de cenar con nosotras; pero dieron las diez de la noche y ellos no llegaban, nosotras estábamos mas que desesperadas. Tocaron a nuestra puerta y al abrir:

-          Acompáñenme, las llevaré al restaurante donde ya las esperan. – dijo un joven en un forzado inglés debido a su acento francés.

Lo seguimos y llegamos a un lujoso restaurante, nos llevaron a una mesa donde ya estaban los cuatro chicos y gran parte del equipo. Bill de inmediato se paró a recibirnos, mientras que Tom, era evidente que estaba incómodo.

-          Ya llegaron, les presento a Ivanna y a Ale – dijo Bill y todos en la mesa sonrieron con gesto amable – chicas ellos son David, Natalie… - y continuó una larga presentación, sin tener consideración de lo mala que soy al recordar nombres.

Después de la presentación yo me senté al lado de Bill y Ale al lado mío. Ordenamos lo que cenaríamos ¡ya era hora! Ale y yo no habíamos comido nada desde que llegamos. Bill y Tom ordenaron la misma ensalada, Georg y Gustav pidieron un platillo de carne y nosotras preferimos también ordenar ensaladas. Todos conversaban y de alguna forma nosotras simplemente no encajábamos, ni teníamos idea de que hablaban.

-          El tipo que nos entrevistó era ridículo – decía Georg – ¿vieron como…?

-          Pues hay algunos tipos que lo menos son unos fantoches – interrumpió de manera abrupta Ale mientras miraba fijamente a Tom, que quedó sorprendido – se las dan de grandes hombres, pero no son mas que niños, eso si es ridículo.

Todo mundo quedó callado, Ale siguió con su ensalada como si nada hubiera pasado, Tom respiró profundo y miró a otro lado, yo no sabía que hacer ni que estaba tratando de hacer Ale, Bill simplemente estaba pasmado.

-          ¿Es algo personal o es mi imaginación? – dijo Georg, y todos soltaron risitas nerviosas.

-          Tu nunca te has quejado – dijo por fin Tom – es increíble como algunas personas se creen todo.

En ese momento Ale se paró de la mesa y yo no podía hacer menos que seguirla, después de todo era mi amiga y venía conmigo. Se dirigió al baño y allí rompió en  llanto:

-          ¡Viste! Me dijo que soy una tonta que me creí de él… y tiene razón…

-          Cálmate Ale por favor. Tu lo provocaste él se hubiera quedado callado toda la noche si tu no…

-          No debí haber venido. Si todo empezaba a ir bien y yo ya casi me olvidaba de él. ¡Quiero irme!

-          No Ale…

-          ¿Todo está bien? – dijo Natalie quien entró al baño y al ver a Ale llorar dijo – vas a arruinarte el maquillaje.

-          En un momento regresamos, por favor no digas nada – le suplicó Ale a Natalie.

-          Ok, pero no tarden. – y Natalie salió.

-          Voy a quedarme pero no me pidas que salga de la habitación del hotel, que no quiero verlo más, y la próxima vez tendrás que arreglártelas tu sola.

Sabía que era mejor hablar con ella mas tarde, ya que estuviera mas tranquila. Ale se secó las lágrimas, se retocó el maquillaje y ¡voilá!  Nada había pasado. Volvimos a la mesa, todos tratábamos de disimular, pero en seguida se pidió la cuenta y nos dirigimos al hotel.

                Al llegar, Ale se fue directo a su habitación, Tom y Georg fueron a jugar videojuegos, Gus simplemente desapareció, y yo tenía tiempo para pasarla con Bill.

-          ¿No prefieres ir a jugar videojuegos con los chicos?

-          ¿Por qué tendría que preferir eso? Si es mejor la compañía que tengo ahora – y Bill me dedicaba una intensa mirada. En ese momento recordé que yo tenía que preguntarle algo muy importante.

-          ¿Cómo supiste donde vivía  para mandarme los boletos de avión?

-          Es un secreto – y se rió – pues ese día después del concierto te seguí a tu casa.

Su respuesta me dejó sin palabras, de no tener noción de quien era, hubiera pensado que era un acosador. Pasamos a su habitación y me dijo:

-          Ven, quiero mostrarte algo – me acerqué, me tomó por la cintura y quedé de frente a la ventana – quiero que salgas y veas a tu derecha, yo no saldré contigo porque las fans pueden dar gritos perturbadores en una noche tan linda como esta.

Tal y como me dijo salí a un pequeño balcón y al mirar a la derecha la torre Eiffel se veía hermosamente iluminada, al mirar debajo del balcón pude observar unas chicas que acampaban abajo, pero no se percataron de mi presencia. Entré de nuevo y Bill me esperaba con una sonrisa en los labios.

-          ¡Wow! Que maravillosa postal – le dije maravillada por el paisaje que había visto.

-          No puedo ofrecerte grandes viajes turísticos, pero si puedo mostrarte bellas panorámicas desde mi ventana – dijo Bill en tono de broma y soltó una carcajada que iluminaba su rostro.

-          Bueno si prometes estar a mi lado en esas panorámicas, estoy dispuesta a mirar desde la ventana siempre.

-          ¿Lo dices enserio? – y de pronto Bill comenzó a acercarse muy lentamente mirando mis ojos, hasta que sus labios rozaron con los míos, fue un contacto suave, pero a la vez profundo. Se despego lentamente de mis labios y abrimos lentamente los ojos, en su mirada había lago distinto, algo de ensueño - ¿mirarías conmigo desde la ventana?

-          Sólo si prometes que estaremos juntos – aquellas palabras me resultaba difícil que salieran de mi boca pero no puedo explicarlo, simplemente fluían. En ese momento  Bill me abrazó con fuerza, como si temiera que pudiera salir corriendo y me besó de nuevo. Su beso era tan cálido y sus labios tan suaves… estuvimos largo rato recostados sobre un sofá, el me abrazaba y era tan confortable.

-          Perdón… No sé que le pasó Ale o porque se comportó así – dije tratando de tocar de nuevo un tema que sabía se nos había vuelto delicado.

-          No, no te preocupes, creo que la reacción de Ale, fue normal con alguien como Tom. Pero así es él, se pone tonto cuando en su vida aparece algo que no tenía planeado. Pero ahora no quiero hablar de eso mas bien quiero preguntarte algo– me miró a los ojos y me dijo – ¿crees en el amor a primera vista?

-          No lo sé… ¿tu crees?

-          Yo estoy convencido, y creo porque me ha pasado…

Mientras tanto a unos cuantos metros de ahí, en la habitación de Ale, alguien llamaba a su puerta:

-          ¿Quién es? – contestaba Ale tumbada desde la cama con los ojos rojos.

-          ¿Puedes abrirme por favor? – inconfundiblemente era la voz de Tom.

-          ¿Qué quieres? – Ale abrió la puerta y Tom no pudo mas que quedase pasmado por un momento al ver el rostro surcado de lágrimas de Ale.

-          Hablar, necesito hablar – y sin pedir permiso pasó – Escucha, no quiero hacerte daño, lo que pasó aquella noche…

-          Lo que pasó aquella noche ya lo olvidé – dijo Ale levantando la voz – y quiero olvidarme de ti también.

-          No quiero hacerte daño – Tom se acercó y tomó la cara de Ale entre sus manos – pero es que de pronto no sé que pasa conmigo. Eres especial, eso es seguro; pero yo no puedo creer más que en el amor de una noche, por todo lo que mi vida representa.

-          Lo entiendo Tom ¿puedes dejarme sola ahora? – Ale se separó de él y le dio la espalda. Tom caminó hacia la puerta con la mirada baja.

-          Aunque a veces quisiera creer – fue lo último que dijo Tom antes de cerrar la puerta.

Así es París, una ciudad con un constante caos, que se puede observar desde una ventana, como cualquier gran ciudad. No todas las ciudades tienen una torre Eiffel que las haga especiales, pero cualquier rincón de una ciudad se puede hacer especial si tienes a alguien especial a tu lado, yo lo tenía a mi lado a él. París puede ser la ciudad del amor para algunos, para otros todo lo contario, pero podemos hacer que cada ciudad sea la ciudad del amor que soñamos si así lo queremos.