Hay hombres brillantes, hay hombres valientes, hay otros que lastiman, hombres que juegan y sin duda también hay hombres que curan con un abrazo. Yo había conocido uno del último tipo, de esos que curan el alma con sólo un abrazo. Aquella noche después del concierto, Bill habló conmigo sobre Andrés; y logro lo que ni Ale, ni mi madre, ni nadie había logrado, hacerme entender que finalmente Andrés había decidido, y aunque su decisión fuera lamentable y me doliera en el alma lo que él había hecho, estar negada a su partida era retenerlo aquí cuando él ya no quería seguir.
Esa noche había sanado, y al mismo tiempo había descubierto a alguien maravilloso. Pero esa noche cuando Bill y yo hablábamos, otras personas se conocían mas a fondo…
- ¿Y entonces a que te dedicas Ale? – dijo Tom con tono seductor, ese tono al que Ale era incapaz de resistirse.
- Estudio… Oye y debe ser divertido viajar por todo el mundo y conocer muchos lugares ¿no? – dijo Ale, mientras acariciaba su pelo coquetamente.
- Pues si es divertido conocer tantos lugares, aunque sólo sea desde la ventana del hotel o del auto, pero nunca había estado en tan hermosa compañía… - dijo Tom mientras se acercaba lentamente a los labios de Ale, quién sintió a su corazón estallar de la emoción, mientras se dejaba llevar por Tom al sofá donde la ropa salió volando y el calor inundó la habitación.
Así habían pasado las cosas la noche anterior, y ahora los resultados eran una “cita” – que de no ser por la situación y el personaje, podría ser llamada así en una situación normal – y la espera ansiosa de una llamada, que tal vez no llegaría…
- Es que ¿por qué no me llama? – decía Ale mientras caminaba en círculos por mi cuarto - ¿Habrá anotado bien mi numero?
Algo dentro de mi me decía que Tom no llamaría a Ale. Pues ya se sabe que el mismo Tom, dice que ‘él sólo cree en el amor de una noche’, y me temía que el mas reciente “amor” de Tom había sido Ale.
- No te preocupes, seguro luego llamará, debe estar ocupado o algo así… - dije intentando tranquilizarla un poco.
- Pero es que ¿cómo es posible que tu ya tengas una cita con Bill y yo no tenga nada? A pesar de que Tom y yo… ya sabes – en la voz de Ale se notaba una profunda desesperación.
- ¡Hey! No es una cita, sólo es vernos y platicar un poco. Y sobre lo de Tom… tal vez no debiste hacerlo amiga, ya sabes lo que dicen de él…
- Sí, lo sabía… - dijo Ale al tiempo que se dejaba caer sobre la cama – ve diviértete y no hagas lo mismo que yo, aunque estés en la habitación de su hotel ¿ok?
En ese momento calculé la dimensión de mis palabras, y me di cuenta de que había lastimado a mi amiga, pero tenía que decirle la verdad y hacerle ver las cosas.
- Te lo prometo – le di un beso de despedida – cuídate.
- ¡Promete que me contarás todo después eh! – me dijo tratando de sonreír.
- ¡Seguro!
Salí y me dirigí al hotel donde Bill me dijo que se estaba hospedando, habitación 483… jajaja curioso ¿no?, en recepción me dijeron que me esperaba, llegué y toqué a su puerta, me abrió Bill con una gran sonrisa en la cara.
- ¡Viniste! – su expresión era casi la de un niño ante una sorpresa.
- ¡Claro! ¿Cómo iba a faltar?
- Bueno, pasa – me cedió el paso – pensarás que es raro que te invite precisamente a mi cuarto de hotel, pero…
- Jeje entiendo, si salieras conmigo, mañana la noticia daría la vuelta al mundo.
- Si, exacto – dijo Bill – y creo que no sería justo para ti.
Sonreí y observe la habitación, era una suite muy lujosa y estaba lleno de maletas por todos lados, me recordaba a alguien que tenía que mudarse. Tenía una pequeña mesa con dulces, gomitas sobre todo y por supuesto no podía faltar la bebida energetizante. Cuando me di cuenta, Bill me miraba sonriendo:
- Si lo sé, es raro, nunca tienes un lugar para estar, o donde te puedas sentir realmente en casa – dijo Bill resignado, mientras se sentaba en un pequeño sillón.
- Pero esta es tu vida – dije mientras me sentaba a su lado.
- Si esta es mi vida, y me gusta. ¿Y que me cuentas de la tuya? – me dijo en un tono simpático mientras me miraba directo a los ojos, como tratando de ver a través de ellos.
Por un momento, yo quedé prendada de su mirada, y es que sin una gota de maquillaje y sin la extravagancia que los suele acompañar, Bill seguía siendo un chico muy atractivo y que cautivaba con su sola presencia. Pero sin duda lo que mas me había encantado, era su sencillez, no estaba en la pose de súper estrella, como uno se podría imaginar.
- ¿Pues que te puedo contar de mi? Estudio, vivo con mi familia, tengo un hermano menor y un gato jajaja, creo que todo se puede resumir en eso.
- A mi me gustan los perros…
Seguimos platicando de todo un poco, como si nos conociéramos de toda la vida. Yo generalmente soy una persona con la que cuesta mucho hablar, pero con él, no hubo mayor problema, todo simplemente fluía, y así pasaron tres horas de charlar sin parar, hasta que tocaron la puerta, y Bill fue a abrir.
- ¿Qué pasó Bill? ¡Te estamos esperando! – dijo Gustav, entrando en la habitación.
- ¿Qué? ¿Ya es hora? – dijo Bill.
- No interrumpí nada ¿cierto? – dijo Gustav al verme.
- No para nada, sólo platicábamos – yo estaba un poco apenada.
- Bueno pues … - Gustav miró a Bill como avisándole que tenía que despedirse.
- Si lo sé… - dijo Bill muy suave y bajó la mirada.
En ese momento me di cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo, y me di cuenta de la cruel realidad, finalmente mis encuentros con Bill iban a quedar tan sólo como una anécdota agradable para contársela algún día a alguien que pudiera creer que todo aquello realmente pasó.
- Bueno pues, ya tienes que irte ¿verdad? – y traté de esbozar una sonrisa.
- Sí, ya tengo que irme, mas países esperan la gira – dijo Bill y me sonrió, en ese momento entraron por sus maletas.
Salimos los tres de la habitación y nos dirigimos hacia la salida en un completo silencio. De pronto sentí tristeza, pues empezaba a despertar del sueño en el que comenzaba a creer. Tenía que prepararme para la despedida, pero no quería hacerlo pues acabábamos de comenzar.
Llegamos a donde lo esperaba su camioneta, a bordo ya iban Tom y Georg; Gustav se despidió de mi y subió también, Bill pidió que lo esperaran un momento para despedirse.
- Pues fue un gusto conocerte Bill – dije mientras trataba de esquivar su mirada.
- Lo mismo digo Ivanna, pero no será la última vez que nos veamos – y Bill sonreía.
- Pues espero que no cada vez que vengas aquí, estaré pendiente…
- Dame tu número o tu correo ¡o mejor las dos cosas!
- Pero no tengo donde anotar…
- Por aquí… aquí anota – y Bill sacó una hoja algo arrugada y un plumón, anoté mi número y mi correo.
- Ok, pues buen viaje – dije y le di un beso en la mejilla de despedida.
- Hasta pronto, porque nos veremos pronto ¡eh!
- ¿Cómo sabes que nos veremos pronto? – dije mientras una sonrisa se dibujaba en mi cara.
- Porque no suelo olvidar rápidamente a las personas, y además soy persistente.
Bill subió a su camioneta y arrancó, yo me quedé ahí a mitad del estacionamiento, con su recuerdo en el aire y con una mezcla de emoción y tristeza. Pensaba que hay hombres que te dejan una encantadora espina en el corazón…
2 comentarios:
No es por nada pero ke buen fic jejeje ya espero con ansias el cap 5 wiiii
hallo
a ke genial sta el fic
t sta quedando super monique
ya spero el prox. capitulo .)
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