Generalmente tendemos a recordar a las personas por ciertos rasgos característicos o impresiones que nos van dejando. Su voz, su sonrisa, su olor o su mirada… Y si había algo de Bill que en especial me hacía vibrar era su mirada. Su mirada es sumamente expresiva y conjuga los extremos, es decir, es dulce pero intensa, profunda y a la vez clara y sincera. Me atrevería a decir que él tiene una mirada felina con la pasibilidad de un cordero.
La noche en que decidí ir con él descubrí que su mirada tenía poder sobre mí. Al estar frente al avión para ir a Finlandia, no pude evitar temblar, pero una mirada suya bastó para tranquilizarme y hacerme sentir que todo iría bien porque él estaba a mi lado.
Al llegar a Finlandia, todo era como Bill lo había prometido, bellos paisajes desde la ventana del auto y del hotel. El primer día en ese lugar apenas tuvimos tiempo de conversar, pues el trabajo que les esperaba resultó ser abrumador incluso para nosotras. Los chicos pasaron de un evento a otro, de una entrevista a otra, preguntas y mas preguntas, y nosotras no entendíamos absolutamente nada, pues daban las entrevistas en alemán; aun así era increíble la paciencia que tenían. Gente iba y venia, pero seguramente nadie se preguntó porque dos chicas estuvieron presentes todo el tiempo, pensarían que formábamos parte de su equipo. Por cierto, todos se portaron increíblemente bien con nosotras, a pesar de que la última vez, seguro no se llevaron una muy buena impresión, sobre todo de Ale.
Al finalizar el día, los chicos estaban cansados, pero eso no les quitaba el buen humor, así que todo el trayecto de camino al hotel, presenciamos una serie de bromas, de todos los miembros de la banda. Ale y yo no podíamos estar mas divertidas al llegar al hotel cada uno se fue a su cuarto, bueno menos Bill y yo que pasamos a mi habitación, y Tom que fue a dar a la habitación de Ale.
- ¿Puedo pasar? – preguntaba tentadoramente Tom al borde de la puerta.
- ¿Para qué quieres pasar? – desconfiaba Ale.
- Pues por nada en especial. Digo si vamos a estar tres meses juntos, pues creo que deberíamos conocernos un poco más. Las llamadas telefónicas no son suficientes para mi a la hora de conocer una persona.
- No para mi tampoco. Pero tenemos tres meses para conocernos mejor.
- Pues empecemos desde ahora, porque tres meses pueden pasar sin darnos cuenta – y Tom pasó y se sentó cómodamente en la cama, Ale no pudo decir nada, sólo lo miraba desconcertada – vamos si no va a pasar nada.
- Es tan diferente hablar contigo de frente – dijo Ale sentándose a su lado.
- ¿Por qué diferente? ¿A qué te refieres? – dijo mientras se jalaba una almohada y se recostaba.
- No lo sé, simplemente es raro, intentar conocerte ahora. Es cierto las llamadas por teléfono no dicen nada de una persona. Realmente no tenemos idea quien es el otro.
- Te equivocas en una cosa – dijo Tom, y su tono esta vez era completamente serio – si llamas a alguien, es porque algo de esa persona te intriga.
Al escuchar esas palabras salidas de la boca de alguien que generalmente aparentaba tomar siempre las cosas a la ligera, Ale no supo que decir ni que pensar. Tenía de frente al chico de la mirada pícara y la sonrisa seductora, que tiempo atrás la había lastimado porque ella lo había permitido. No podía darse el lujo de volver a confiar o poder esperar algo de él.
- ¿Y yo te intrigo? – preguntó fríamente Ale.
- Sólo me gustaría conocer a alguien nuevo – dijo Tom y se paró de la cama, se acerco a Ale la tomó por el brazo y le dio un beso en la mejilla – Buenas noches.
Ale no pudo ni siquiera responderle, para ella esos tres meses iban a volverse muy difíciles si su corazón aun se hacía un nudo al verlo. Al parecer Tom quería bajar las defensas y mostrarse, pero era algo mas complicado de lo que él hubiera esperado.
Por otro lado, Bill y yo entrabamos a mi habitación y apenas cerrar la puerta, Bill se acercó peligrosamente a mi y me dio un largo beso. Juro que con cada beso que me daba yo me sentía en el cielo.
- Es que te había extrañado mucho – dijo Bill sonriendo y un poco apenado por su arrebato.
- Yo también, y temí por un momento que no volvería a verte.
- ¿Por qué?
- Pues mi padre, ya viste lo que pasó.
- Sí, fue difícil… a propósito ¿ya le hablaste a tus padres?
- Ya , ya lo hice.
- Seguro deben odiarme. Casi, casi les quité a su hija.
- No, no creas. No es para tanto. Perdón si mi padre fue algo grosero.
- No para nada. Aunque reconozco que no fue fácil, ir y hablar con tu padre. No sabía que esperar.
- ¿Y por qué lo hiciste?
- ¿Tengo que decírtelo? – y me miró con esos ojos delineados llenos de dulzura – Porque te quiero.
Y volvió a besarme. Hasta ese momento me había preguntado muchas veces a dónde me llevaría el contacto que tenía con Bill, y había pasado un tiempo considerable imaginando cientos de historias con él. Pero en aquel momento, tenía mas dudas que nunca de a dónde íbamos y qué éramos. Pero tampoco puedo decir que me importara mucho, en esos momentos sólo me importaba sentir una y otra vez el contacto con sus labios.
A la mañana siguiente tuvimos que levantarnos temprano, porque los chicos tenían pactada una entrevista en una estación de radio, para la promoción de sus futuros conciertos en la ciudad. Después partiríamos a Alemania, pues los chicos tenían un concierto en Berlín.
Ale y yo esperábamos afuera de la cabina. Al terminar, partimos al aeropuerto. Al estar a punto de abordar el avión Bill tomó mi mano con fuerza:
- Sé que no te agradan nada los aviones, pero no pasará nada lo prometo. – dijo Bill y yo sonreí y subimos al avión. El viaje no sería tan largo después de todo.
Llegamos a Alemania, y esta vez no a un hotel, sino que Bill y Tom nos llevaron a un departamento que habían adquirido hace poco. Tenían el resto del día libre puesto que ya era casi de noche. Así que ordenaron pizzas para la cena, y Bill se retiró a hacer otra llamada.
Aquellos sin duda eran unos bellos momentos. Podíamos ver a los humanos, que en ocasiones nos costaba trabajo creer que fueran. Bromeaban, comían, nos contaban anécdotas; y nos dejaban ver la linda relación que tenían los hermanos. Tocaron a la puerta y de inmediato Bill dijo que él abría. Al regresar no pude evitar preguntar, porque Bill se dirigió directo a su cuarto con unas bolsas y tardó un tiempo ahí adentro.
- ¿Quién era? – pregunté.
- Era el de las pizzas que había olvidado pedir propina – dijo Tom.
- ¡Exacto! El tipo estaba tan distraído que olvido pedir propina – dijo Bill y estallaron en carcajadas los dos. Ale y yo no habíamos entendido muy bien el chiste pero al igual reímos.
Así pasó el tiempo, y sin darnos cuenta ya eran las 2 de la madrugada, así que decidimos ir a dormir, pues el concierto era al día siguiente y aun tenían que ensayar. Así Ale se despidió y fue a dormir.
- Te encargo a mi hermano, el aun es virgen, no lo vayas a asustar – dijo Tom, y Bill reaccionó soltando unos golpes, que por supuesto no atino a darle y Tom no podía con la risa. Finalmente se fue a dormir.
- No le hagas caso. Es un tonto. – dijo Bill sonrojado.
- Jeje no te preocupes. Bueno pues buenas noches, voy a dormir.
- No, espera. – dijo Bill deteniéndome – Preparé algo para ti.
- ¿En serio? Pues en ese caso no tengo sueño – dije y lo acompañé a su cuarto.
Al entrar, Bill fue prendiendo algunas velas que había puesto, destapó una botella de champagne y me sirvió una copa.
- Es lo mas romántico que pude hacer en estas circunstancias. No es mucho pero…
- Me encanta – dije conmovida por el detalle – por eso cuando tocaron tu fuiste a abrir y luego viniste aquí y tardaste tanto.
- Sí, era Natalie, que venía con estás cosas que le encargue. ¿De verdad te gusta?
- Sí, es lindo. Y más sabiendo que fue un detalle para mí.
- Pues si, porque tengo algo que decirte.
- ¿Qué?
- A diario conozco muchas personas. Gente va y viene en mi vida, pero nadie se queda, nadie había sido lo suficientemente especial, hasta ahora… Tú me cautivaste Ivanna, desde aquella primera vez que te vi y no me reconociste, los demás encuentros, me demostraste que eres diferentes y que tus sentimientos son bellos. Yo quisiera que esto fuera mas allá, y poder decir que… eres mi novia.
- ¿Me estás pidiendo que sea tu novia? – dije con la mas profunda emoción en mi corazón.
- Sí, eso ¿quieres?
- Sí, si quiero, nunca estuve mas convencida de lo que quería – dije, y su mirada se clavó en la mía, como buscando eso que nos unía, esa luz de sinceridad.
Y estuvimos abrazados en la cama besándonos, no sé decir por cuanto tiempo. Sólo sé que a la mañana siguiente nos dimos cuenta de que habíamos dormido vestidos y sin deshacer la cama. Y desde ese momento su mirada de fuego está grabada en mí, como ninguna otra. Me han mirado muchas veces, de diferentes maneras, con diferentes intenciones, pero nadie me había mirado como él, nadie había dejado en mi alma huella tan grande.
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