EL MAÑANA NO ESTÁ A LA VISTA - Capítulo 9

Después de que las copas hicieran que mi comportamiento fuera de lo mas extraño, desperté al día siguiente con un terrible mareo y dolor de cabeza, pero el recordar la noche anterior hizo que el dolor y el mareo aumentaran. Vi que Bill ya no estaba a mi lado, pero definitivamente no quería verlo, porque me iba a morir de la vergüenza.

                Tenía que contárselo a Ale, pero no podía arriesgarme a salir y encontrarme a Bill; así que le mandé un mensaje de texto a Ale para que viniera ella a mi cuarto. Y así fue, Ale acudió casi corriendo, y le conté todo, o al menos hasta donde me acordaba, porque aquellos eran recuerdos borrosos, casi como sueños. Ale ante mi relato no paraba de reírse, pero de pronto se puso seria:

-          Oye pero… ¿no pasó nada verdad? – dijo Ale.

-          ¡Qué mas querías que pasara! Con el ridículo fue suficiente ¿no?

-          ¡No! me refiero a si no pasó nada de… - su tono era insinuante y a la vez cómplice – porque digo, Bill te quito la ropa, te vio tus huesitos y pues…

-          ¡Ale! – y yo misma no sabia que pensar - ¡Cómo crees! Te estoy contando algo serio y sales con esas cosas – dije algo nerviosa.

-          No, si, algo… algo muy serio – contestó Ale en burla.

La verdad era que la suposición de Ale me había dejado una duda, es cierto que Bill hasta donde yo recuerdo no se había aprovechado en ningún momento de mi estado; antes al contrario, había tenido una actitud mas bien paternal al cuidarme y tenerme paciencia. Pero también es cierto que después de que apagó la luz y se metió a mi cama no recuerdo nada…

-          ¡Hey! ¿Sigues ahí? – dijo Ale para sacarme de mis pensamientos – yo también tengo que contarte algo…

De pronto tocaron la puerta y la voz de Bill se oía desde afuera.

-          Ivanna ¿Puedo pasar?

Ale sonrió y fue a abrir, saludó a Bill y salió, Bill le respondió el saludo y entró en la habitación. Y lo admito, al verlo se me subieron los colores a la cara.

-          ¿Cómo estás? – dijo Bill en tono amistoso.

-          Bien – dije tímidamente – Perdón, sé que anoche cause problemas.

-          No te preocupes – y soltó una sonora carcajada – fue divertido.

-          ¿Divertido? – esa palabra casi me insultó.

-          Si, no te enojes – y me abrazó – eres muy divertida cuando estas algo pasada de copas.

-          ¡No fue divertido! – y con gesto casi grosero me quité su mano de encima – ¡Hice que me quitaras las ropa! – le dije algo histérica.

-          Que bueno que te acuerdas de eso – su sonrisa fue un poco mas modesta – si no, sentiría que abusé de ti.

-          Que… ¿abusaste de mi? – por un momento creí que me faltaba recordar algo.

-          No te preocupes, no vi mas que lo que tenía que ver, en esas circunstancias – dijo Bill intentando tranquilizarme.

-          ¿Cómo?... ya no entendí…

-          Me refiero a cuando te quité la ropa mojada, porque te metiste a la bañera, por ropa seca para que no te resfriaras.

-          Pero… fuera de eso no pasó nada mas ¿cierto? Sólo dormimos…

-          ¿Qué otra cosa podíamos hacer? – sonrió y me tomó entre sus brazos – una vez mas fue hermoso verte dormir. – me besó dulcemente y luego me dijo – Vamos, arréglate un poco para que te lleve a comer algo.

Por otra parte del hotel, Ale paseaba sobre unos altísimos tacones, esperando encontrase a Tom y lucir espectacular, después de que le arruinó una noche de aventura y que ella durmió con esa enorme satisfacción. En esos pensamientos estaba, hasta que uno de sus tacones se atoró y fue inevitable la caída. Del dolor Ale no sabía si podría pararse, pero el sólo imaginarse que Tom la viera en esa situación hizo que al menos lo intentara, y un joven que la había visto corrió para ayudarla. Él era un joven alto y moreno, fornido y con unos intensos ojos verdes. Por un momento Ale olvidó la caída y se quedó mirando su rostro:

-          Ten cuidado, el suelo no está muy bien que digamos – dijo el joven – ¿te lastimaste?

-          No, no para nada – dijo Ale aguantando el dolor – muchas gracias.

-          Soy Steve – y el chico le dio la mano.

-          Ale – y ella le correspondió el saludo.

-          ¿Vienes de vacaciones?

-          Pues algo así, vengo con una amiga ¿y tú?

-          Yo trabajo en el equipo de un grupo, Tokio Hotel ¿los conoces?

-          Jajaja ¡que si los conozco! Amigo, creo que venimos en el mismo tren. Sólo que yo no vengo por trabajo, como te dije, solo vengo acompañando a una amiga que es… amiga de uno de los chicos – por discreción Ale sabía que no debía mencionar ni un palabra de la relación que yo tenía con Bill.

-          ¡Ah, que sorpresa! No te había visto.

-          Bueno, pero ahora ya nos conocemos – Ale no podía negarse que Steve le resultaba muy atractivo.

-          Pues tengo el resto del día libre ¿quieres venir? – y Steve no era indiferente ante una chica como Ale.

-          Vale, me agrada la idea.

Y así Ale y Steve, pasaron la tarde juntos. Steve le contó que era el iluminador en los conciertos, y que su contratación era temporal, era de origen portugués, tenía 28 años, y lo mejor: era soltero. Por su parte, Ale no pudo evitar contarle la verdadera razón por la que estaba ahí: Tom. Y Steve la escuchó con la paciencia y confianza de un amigo de años. Y le dijo que por no verla sufrir mas, no iba a contarle toooodo lo que él había visto, pero que definitivamente era mejor olvidarse de Tom.

                 Yo a esas alturas de la tarde me encontraba en la cama con fiebre y una gripa terrible, producto de la mojada de la noche anterior. Bill se encontraba a mi lado y me tomaba de la mano. Aunque sinceramente hubiera preferido no tenerlo ahí, me daba vergüenza todo lo que había pasado. De pronto el celular de Bill sonó:

-          ¿Hola? – la voz al otro lado contestó – ok te veo ahí.- colgó y me dijo- Es Tom, quiere hablar conmigo. Si necesitas algo sólo llamame.

-          Ok, no te preocupes – contesté.

Bill bajó hasta el restaurante del hotel, ahí se encontraban Georg y Gustav. Tom tenía muy mala cara:

-          Y si me estoy muriendo tu bajas hasta que te da la gana ¿no? – le dijo Tom con reproche.

-          ¡Cálmate! Vine lo mas rápido que pude, Ivanna está enferma.

-          ¡Uy! ¡Ivanna! – Gustav y Georg se burlaban de Bill.

-          Bueno ya, ¿Qué pasa? – preguntó Bill con preocupación, aunque de sobra sabía que algo no iba bien con Tom.

-          ¡Estoy jodido Bill! – soltó Tom.

-          Vio a Ale con Steve el iluminador – dijo Gustav.

-          ¿Qué? ¿En serio? – dijo Bill, sabiendo que aquello resultaba un gran golpe para el ego y el corazón de su hermano.

-          Y ahora el idiota se da cuenta de que siempre si siente algo por ella – dijo Georg.

-          Siempre lo has sabido Tom, que te lo hayas negado, es otra cosa – dijo Bill, con una mirada cómplice para Tom.

-          Es que es… ya les conté lo que hizo anoche ¡casi corrió a la chica! Y ahora ella sale con el tipo tan sonriente y es evidente que él se siente atraído por ella. Y no es justo, simplemente las cosas no son equitativas, yo puedo estar con quien yo quiera…

-          Pero ella no – interrumpió Bill sonriendo.

-          No, es decir, ella puede hacer lo que quiera y yo también, pero simplemente…

-          Ya Basta Tom – dijo Georg.

-          Hasta donde yo me quedé, tu dejaste claro con ella que no crees en el amor… al menos no en el que ella espera – dijo Gustav – entonces dejala en paz.

-          Lo sé Gustav… -dijo Tom, a quien de pronto le pesaban las palabras que antes había mencionado.

-          Tal vez ya hayas perdido tu oportunidad – decía Bill muy bajo.

-          Es que no entiendo por que me siento tan extraño… - decía Tom.

Aquel día se hicieron evidentes muchas cosas, el corazón de Tom estaba hecho un caos, por los sentimientos que el se ocupaba en controlar con la razón, afortunadamente tenía quien lo escuchara. Bill no podía ser mejor hombre para mi en esos momentos, su cuidado y atenciones me confortaban a pesar de todo. Y aquella tarde Ale fue a verme, y me contó de su encuentro con Steve, y casi convencida de que había conocido al hombre perfecto. Quizás eran momentos de cambiar de canal para algunos, pero lo importante serían las consecuencias.

*Les debo mi firma... es que no la he modificado...