EL MAÑANA NO ESTÁ A LA VISTA - Capítulo 18

Me quedaba claro que Ale dormiría con Tom, y yo con Bill. Sólo que, no estaba acostumbrada realmente a dormir con alguien, es decir, es cierto que en algunas ocasiones de manera casi casual había dormido con Bill, pero esto era distinto. En fin, me mostró su cuarto, era muy grande, tenía un gran closet lleno de ropa, tanta que apenas había un pequeño espacio para la mía, él se sintió apenado.
- No te preocupes – dije – sólo estaremos aquí un par de semanas, no es tanto.
- Yo quiero que te sientas cómoda.
Las cosas en el cuarto de Tom eran distintas.
- Tienes que cargar con tantas cosas? – le decía Tom a Ale
- Es sólo lo necesario
- Ten en cuenta que Bill tomó la habitación mas grande, así que creo que tendrás que hacer una elección, o terminaré durmiendo en la sala – bromeaba Tom, pero a Ale parecía no hacerle tanta gracia.
Pronto todos llegamos a un acuerdo. Y a los chicos se les ocurrió que esa misma noche podríamos ir de fiesta, así que todos nos arreglamos para salir. Tom manejaba una camioneta, y Ale iba adelante con él, Bill y yo íbamos en la parte de atrás. Otra camioneta, nos seguía muy de cerca, eran los guardaespaldas.
Llegamos a un antro, y entramos por la parte de atrás, de inmediato se encargaron de llevarnos a la zona VIP, al parecer los chicos eran conocidos ahí como buenos clientes, ya que se deshacía el personal en atenciones con ellos. Nosotras afortunadamente comenzábamos a dominar el alemán, aunque ciertamente en algunas ocasiones nos trabábamos y ellos nos ayudaban a darnos a entender.
Estábamos en una mesa los cuatro bebiendo, cuando llegó un chico alto y rubio, de inmediato y afectivamente Tom y Bill se pararon a darle un abrazo, después nos lo presentaron:
- Chicas – dijo Bill – les presentamos a Andreas, nuestro mejor amigo desde hace años.
- Bueno en realidad, nosotros lo adoptamos, nadie lo quería – Tom bromeaba.
- Hola chicas – nos extendía la mano para saludarnos - ¿Qué tal les va con este par?
- Jaja ya sabes, tenemos que soportarlos… -contestó Ale.
Al paso del tiempo, los tragos comenzaron a circular con mas rapidez, y sin querer la conversación estaba entre Bill, Tom y Andreas, nosotras simplemente estábamos ahí escuchando. Ale me hizo la seña, de que fuéramos a bailar a la pista, generalmente no me gusta tanto bailar, pero en esta ocasión accedí. Cuando Bill se dio cuenta, me dirigió una mirada fuerte, pero no dijo nada.
Bajamos a la pista, comenzamos a bailar entre nosotras, pero en un antro aquí o en Alemania, si ven a dos chicas solas bailando, es inevitable que los chicos se acerquen, para ver que hay. Así que dos chicos uno alto, de cabello rizado y un poco largo; y otro un poco mas bajo de cabello corto y castaño, se nos acercaron bailando. Nosotras en un principio tratamos de seguir bailando, pero se volvió imposible cuando se pusieron en medio de las dos.
- Hola soy Dalmir ¿tu como te llamas? – me decía el chico de cabello rizado y rubio.
- Ivanna, pero estoy con…
- Ok te invito un trago –me dijo muy decidido.
- No pero, no vengo sola.
- Ya lo sé, pero no te preocupes, que de tu amiga se encarga Klaus.
Ya mas alejada de mi, estaba Ale, con el otro chico, que por lo que sabía se llamaba Klaus.
- ¡olvídalo! Pierdes tu tiempo, si crees que conmigo vas a liarte esta noche.
- ¡Hey! Sólo déjame invitarte un trago, para conocernos.
- No quiero conocerte, no me interesas – y Ale, dio media vuelta.

En la parte de arriba, Tom y Bill ya no nos perdían de vista, Andreas lucía incómodo y solo los observaba. Sentí la mirada de Bill que me penetraba. Después vi como Klaus jalaba bruscamente del brazo a Ale, y de inmediato Tom bajó y se abrió paso entre la gente, que ni siquiera se percataba de quien los empujaba, Bill y Andreas bajaron detrás de él, y fue cuando vieron a Bill que la gente se percató de quienes estaban entre los invitados aquella noche.
- ¿No te das cuenta estúpido que ella no quiere ir contigo esta noche? – le gritó Tom a Klaus.
- ¿Y tu quien demonios eres? – contestaba Klaus.
- ¡Vámonos Tom, por favor! – Ale quien estaba sumamente nerviosa, le suplicaba a Tom, tomándolo del brazo, pero Tom parecía no escucharla.
- Jaja no espera, tu eres una de las niñas de Tokio Hotel ¿no?
- Mira idiota – Tom estuvo apunto de lanzarse encima de Klaus pero Bill y Andreas lo detuvieron. Los guardaespaldas ya estaban cerca.
Para ese momento el lugar entero se había paralizado, Bill y Andreas sacaban a Tom, pero antes Bill me miró con agudeza y yo corrí para irme con ellos, Bill me tomó del hombro y me puso delante de él, pero dirigió una última mirada a Dalmir antes de que saliéramos del lugar a toda prisa. Andreas subió a su auto, y Bill tomó el volante de la camioneta, ya que Tom estaba lo suficientemente enojado como para estrellar la camioneta en cualquier muro.
Ale miraba con preocupación a Tom, quien ni siquiera volteaba a verla, tenía la mirada clavada en el asiento del conductor, con el ceño fruncido y apretando los labios, golpeando con el puño levemente.
- Tom, ¿quieres dejar de hacer eso? – dijo Bill – me pones nervioso.
Tom no contestó nada, sólo dejó de hacerlo. Bill y yo estábamos sumamente nerviosos, a pesar de que todo ya había pasado.
Al llegar al departamento, Tom se metió a su cuarto.
- Esperen aquí chicas – nos dijo Bill con tono severo, y fue a seguir a su hermano.
- ¿Qué ibas a hacer Tom? – decía Bill a su hermano.
- No quiero, que me digas nada Bill. Ya sé que no estuvo bien, pero ese tipo… y ella que... – Tom no podía ocultar su ira.
- Lo sé, Ivanna también, me sorprendió…
Al salir del cuarto de Tom, Bill me llamó:
- Vamos Ivanna, tenemos que hablar.
Entonces Ale corrió al cuarto de Tom, él estaba sentado en la cama, con las manos entrelazadas y mirando al suelo.
- Tom, por favor, no te pongas así.
- No me gusta que me vean la cara de estúpido – dijo Tom - ¿por qué diablos, tenías que bajar a bailar?
- Perdón pero me gusta bailar, y me estaba aburriendo horrores ahí – se exasperó Ale.
- Si, ¿Quién te dijo que era divertido estar conmigo? – Tom se paró y se quedó mirando la ventana.
- No, amor. No podemos pelear por algo tan estúpido, yo rechacé al bobo ese, porque no me interesa, tu lo viste, él fue quien me jaló – se acercó a Tom y comenzó a acariciarle la cara – por eso bajaste, porque ibas a defenderme.
En ese momento Tom volteó y tomó el rostro de Ale entre sus manos, y la besó con fuerza y ansias, con el sentimiento de haber cometido un arrebato y con miedo de perderla.
- Ivanna ¿de verdad tengo que decirte que las cosas en Alemania son peores que en otro lugar? ¡aquí nos conoce todo el mundo! – me dijo Bill.
- ¡Esos tipos se acercaron a nosotras, y no sabíamos como quitárnoslos de encima!
- ¿Por qué seguías hablando con el tipo si tanto te molestaba?
- Ok, Bill no voy a pelear contigo, simplemente no lo voy a hacer.
Y comencé a arreglar la cama y a prepararme para dormir. Bill sólo me miraba, sin saber que decir. Me metí a la cama y me dispuse a dormir, Bill se acomodó a mi lado y acariciaba mi vientre.
- No quiero pelear – me decía Bill – sólo que sé que para ti no es fácil acoplarte a esto, pero debemos tener cuidado. Y además de eso, quizás no te lo había dicho pero, soy muuuuuuy celoso, no me gusta verte con nadie mas.
- No me celes, no me gusta, no tienes porque hacerlo, jamás te traicionaría.
Ya no dijo nada, comenzó a besar mi cuello, y a acariciar mi cuerpo, yo no pude hacer otra cosa mas que corresponder a sus caricias, y tuve el impulso de subirme encima de él, así lo hice y Bill se acomodó sobre sus espaldas, y me quitó con delicadeza el ligero camisón que traía. Nos deshicimos de toda la ropa que nos sobraba e hicimos el amor. Bill es muy tierno, pero también es capaz de una pasión que a muchos sorprendería, a mi me sorprende…
A la mañana siguiente, como Bill y Tom despiertan tarde, Ale y yo nos aventuramos a salir a caminar un rato, a conocer el lugar en el que estábamos, (jeje al parecer nosotras aun no entendíamos que ya no podríamos llevar la misma vida de antes). Íbamos caminando lentamente y observando todo cuando de pronto:
- ¡Hey! Eres tu – era Dalmir, que salía a pasear a su perro.
- No sé quien eres – traté de disimular.
- ¡Vamos! No juegues… oye no eres alemana, tu acento no es… - agarré a Ale y traté de que siguiéramos caminando.
- No espera… oye tu eres la chica de Klaus
- ¡Yo no soy la chica de nadie! – contestó Ale con enojo.
- Esperen… les invito un café.
- No podemos – dije.
- ¿Qué? ¿Las reprimen sus chicos?

°m0nIqUe°

1 comentarios:

Anónimo dijo...

ooh maricon porke no se deja d molestar ¬¬

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